El concepto de esta cerveza nos conduce hacia connotaciones rebeldes, transgresoras, de ruptura con las normas y los dogmas de la sociedad. Las cervezas artesanas han crecido al margen de las marcas y sabores más comerciales, conquistando a gran un público y sus diseños están cargados de mensajes. El diseño se basa en la figura de un monje que conforma una silueta escabrosa al emerger de entre sus hábitos una sensual pierna de mujer con liguero y zapatos de tacón. Pero tratado con un cierto tono de humor y con un minucioso trabajo en los detalles gráficos y tipografía.
Hace ya unos cuantos años una alternativa a las grandes y longevas marcas de cerveza comercial empezó a emerger y a cultivar poco a poco un gran número de seguidores afines. Se trataba de pequeñas remesas de cervezas que se podían encontrar en locales muy selectos y cuyas etiquetas y envases ya hacía vislumbrar al neófito que se iba a encontrar ante un desafío a su paladar; una puerta a descubrir contenidos exquisitos.
A medida que iba pasando el tiempo ese mercado fue creciendo y generando toda una cultura de cerveza artesanal, ya no solo consumidores sino todo un fenómeno de elaboración en casa. El mercado de la cerveza artesanal terminó convirtiéndose en un mercado saturado con multitud de marcas y tipologías distintas. El fenómeno ha transcendido más allá del propio producto y entorno a este tipo de cervezas se ha desarrollado toda una iconografía. Se ha convertido en un campo propicio para transportar mensajes y filosofías. El diseño gráfico se ha adueñado de este mercado y podemos encontrar todo tipo de diseños, ilustraciones y frases en muchos casos transgresores y radicales. Algunos de esos mensajes transmiten un aspecto de una cultura de un lugar de origen, otros sin embargo son auténticos lemas ideológicos.
La cerveza no deja de llenar momentos de alegría, desahogo, relax, encuentros y desinhibiciones. La concepción de esta marca germina a partir de la ruptura con las normas. Por un lado representa un grito contra la dictadura de las marcas comerciales que han sido casi la única opción que llegaba al público durante muchos años, fijando una idea monolítica y constreñida del producto. Por otro lado el reunirnos a saborear una cerveza de esta naturaleza también debe ser un acto de ruptura con la rutina diaria, con nuestras obligaciones. Debe ser todo un acto de desinhibición y disfrute de los placeres de la vida.
Además, cuando alguien prueba y le coge el justo a las cervezas artesanas se puede decir que ve la luz, sufre un cambio, y algunos ya no vuelven a tolerar el sabor de las cervezas más comerciales. Esta revelación divina se traslada al mensaje de la etiqueta.
De todo este proceso de reflexión y conceptualización, se desarrolla el concepto de marca, naming y gráfica. La figura de un monje pero que conforma una silueta escabrosa al emerger de entre sus hábitos una sensual pierna de mujer con liguero y zapatos de tacón. Pero todo tratado con un cierto tono de humor y con un minucioso trabajo en los detalles gráficos y tipografía.
