Comenzado como un pequeño proyecto cervecero que pronto evoluciona hacia una marca exportable cuya imagen se basa en la decisión de mantener su visión inicial de un producto vinculado al origen celta de su tierra, en la comarca del Barbanza en Galicia. Este pasado es aprovechado para recoger una tradición, una cultura y una mitología casi mágica que aportarán una identidad a la marca.
Dos emprendedores comienzan un pequeño proyecto cervecero en el año 2010. La oportunidad de distribuir fuera de España, en países como Francia y Bélgica, junto a una muy buena acogida, les hace tomar un camino empresarial más serio y que la imagen de marca comience a ser una prioridad. Sus creadores son muy conscientes de que en dichos países el diseño tiene mucho peso en la comercialización de cualquier producto o servicio. También está muy clara la decisión de mantener su visión inicial de un producto vinculado al origen celta de su tierra, en la comarca del Barbanza en Galicia. Este pasado es aprovechado para recoger una tradición, una cultura y una mitología casi mágica que aportarán una identidad a la marca.
Aun tratándose de una cerveza artesana, su pretensión es la de posicionarse más allá de las cervezas de esta categoría a nivel internacional dada esa buena acogida en algunos países, dotándola de una imagen fuerte, comercial, con mucho carácter y con historia, cultura y tradición, alejándose de cualquier connotación que la asocie a modas cerveceras que han saturado el mercado. Además la marca va dirigida a un público algo más maduro que el más habitual de este tipo de cervezas; se trata de un segmento situado por encima de los 40 años, culto y exigente. También es un objetivo atraer nuevos consumidores, sobre todo aquellos con miedos a cambiar sus hábitos de consumo de conocidas cervezas comerciales.
Para ello el primer planteamiento fue alejarse de referencias al comic y a la ilustración que abundan en esta categoría de producto. También huir de alardes tipográficos y exceso de ornamentos así como de la moda de lo mal llamado vintage que también satura el mercado de las etiquetas gráficas de cerveza artesanal.
El objetivo de diferenciación, originalidad y carácter, obligaba a apartarse de las más típicas y conocidas simbologías célticas como el trisquel. Igualmente estos símbolos son en su mayoría representaciones gráficas planas, y el camino tomado de huir de la ilustración dejaba clara la decisión de descartar dichos símbolos y por lo tanto alejarse de tópicos.
Se abría el camino a buscar algo escultórico. Puesto que los pueblos celtas están ligados a la edad de hierro se buscaba alguna representación antropomórfica de alguna deidad o héroe, característico de estas culturas. Había que bucear en su cultura y en el legado de los descubrimientos arqueológicos. Una tarea algo compleja al no tratarse de un imperio ni una comunidad política sino de diversos pueblos de Europa que compartían una cultura material durante la edad del hierro, sobre los que no existe demasiada documentación. Bajorrelieves encontrados en la zona británica de Maryport (Cumbria), se acercaban a nuestras intenciones. Estos representan guerreros con cuernos que parecen representar a Belatucadrus, deidad adorada en el norte celta de Gran Bretaña que fue identificado con Marte (dios de la guerra) en época romana. En la mitología romana, Marte, tenía muchos atributos, era el dios de la guerra, la virilidad masculina, la violencia, la pasión, la sexualidad, la valentía, patrón de los guerreros romanos, del horror y victoria en las guerras, la perfección y la belleza. El Marte celta era un dios mucho menos belicoso que su homólogo romano; visto como un ave protectora, y también venerado como el dios de la curación. Todos ellos atributos interesantes para la conceptualización de la marca.
La elección final fue el busto francés de Lezoux (Allier, Francia) que representa a dicha divinidad con cuernos de toro siendo las referencias epigráficas a Marte las más frecuentes de la región. Esta representación recuerda a estilos escultóricos clásicos. Idea interesante ya que ensalza el producto, lo vincula a la obra de arte ya elaborada, con un cierto grado de evolución, y este concepto es afín a un producto que ha evolucionado con los tiempos en las últimas décadas. Un producto que compite con el vino, debe proyectar la idea de algo elaborado, bien trabajado. Un trisquel o cualquiera de las representaciones gráficas comentadas antes son más primitivas.
El negro es el color predominante por varias razones… Estéticamente para fundir el color original de la máscara con el fondo y que esta no sea un objeto aislado y separado. El negro también responde a que la cerveza que tuvo más éxito y posibilitó su exportación a Europa fue de tipo Stout. El negro junto al busto proyecta un cierto halo de misterio. Finalmente el negro respeta la codificación clásica que se asocia a un producto exquisito, de calidad, superior.