En los últimos años la proliferación de fuentes tipográficas, de personas que diseñan (o creen diseñar) fuentes, así como la profusión de innumerables webs que ofrecen ingentes colecciones de tipografías gratuitas ha revelado en algunos casos grandes creaciones de letras.
Hoy por la mañana he salido a correr, aunque aquí en Vigo hoy es festivo a mi me toca trabajar, es lo que tiene trabajar por cuenta propia, que los fines de semana y festivos no son tan sagrados como para el que trabaja por cuenta ajena. La ventaja es administrar tu tiempo, y en este caso entre trabajo y trabajo salir a correr un poco.
El caso es que como otros corredores afines merodeaba yo esta mañana por la playa de Samil cuando al pararme a beber en una fuente percibo de reojo unos rasgos tipográficos concretos; al girar la cabeza y fijarme confirmo esa primera intuición, la “Diavlo” de Exljbris Font Foundry; no recuerdo bien de que iba el cartel era bastante caótico e incoherente con mezcla de muchas cosas donde la única unidad quizás era el color general.
La aplicación de la esta fuente tipográfica era nefasta, como ocurre muchas veces cuando ciertas tipografías se ponen de moda o comienzan a extenderse. El caso de la Diavlo me parece paradigmático ya que reúne algunos requisitos para enganchar al diseñador como una gracia en sus rasgos, fácil identificación, rasgos muy propios… vamos que es susceptible de mejorar increíblemente un trabajo de comunicación.
Pero este gancho que tiene la diavlo la hace un poco peligrosa. Puede resultar un gran acierto, pero también se puede caer en todo lo contrario.
En estos últimos años, como ya he comentado en otras ocasiones, la proliferación de nuevas tipografías, de personas que diseñan (o creen diseñar) fuentes, así como la emergencia y profusión de innumerables webs que ofrecen ingentes colecciones de tipografías gratuitas ha revelado en algunos casos grandes creaciones de letras, algunas de gran éxito, e incluso tipografías que comenzaron como gratuitas y han sido adquiridas por fundiciones de calidad para su desarrollo y comercialización. Pero toda esta profusión también ha generado el vicio de ir directamente a esas web y coger la primera tipografía atractiva, graciosa, con gancho que puede solucionar el trabajo gráfico en un plis plas.
Como decía un buen ejemplo es la Diavlo, de la cual ya comentaba hace un par de años podía resultar interesante para trabajos de packaging, al igual que otras de esta misma fundición. Yo mismo comencé utilizándola en algunos trabajos de packaging alimenticio, desde aguas minerales hasta envases de alimentos congelados. Unos años más tarde su uso se ha extendido pero muchas veces como me ha sucedido hoy con ese cartel se hace muy mal uso de ella, convirtiéndose en una aberración (no la fuente en si sino el conjunto de la composición gráfica).
Si le he puesto este título a este artículo es por que fue la frase que me saltó a la cabeza al momento de fijarme en el cartel, “las tipografías son como los virus”, pero no me refiero en realidad a los usos tipográficos sino en general a la replicación de estilos de los últimos años como si de un virus se tratara. Es decir, un estilo nace, se reproduce y crece a un ritmo vertiginoso hoy en día, tanto que en plazos muy breves (seis meses a un año) ya se ha implanta de una manera natural en nuestro hábitat gráfico cotidiano, no pudiendo ya diferenciar entre original, copia, y estilo.
A diferencia de los virus informáticos, para esto no parece haber antivirus, de manera que el propio estilo acaba muriendo (a un ritmo no tan vertiginoso) por afloramiento de otros nuevos, o por mutación del anterior.
Lo malo de todo ello no es el hecho en sí, es decir su exagerada replicación, sino la falta de diferenciación y los malos usos. Esto, creo, es lo peor de todo, y al igual que pasa en el mundo de la música, que cuando un cantante o grupo musical, se convierte en fórmula de hacer pelas para las productoras, empiezan a replicarse similares terminando por tener en nuestro hábitat musical un montón de sin sabores, de grupos y productos musicales que parecen todos iguales, sin personalidad, sin la más mínima diferenciación, y en algunos casos llegando a un muy mal uso de la fórmula inicial.
En el mundo de la comunicación gráfica esto llega a ser grave ya que, al menos yo, considero condición prioritaria (aunque no absolutamente necesaria), la diferenciación a la hora de que una marca adquiera personalidad, atraiga y estimule la percepción y genere recuerdo con el menor número de impactos mentales.
En fin, al igual que para el deportista, la duración del esfuerzo es inversamente proporcional a la intensidad, vivimos en un momento en el cual todo en nuestro mundo corre a tal velocidad, que está llegando a la extenuación, a ese momento en el cual el corredor realiza su último y máximo sprint hasta agotarse por completo y tener que parar.